Davit Amunarriz
Los tejidos de seda fueron elaborados por primera vez en la antigua China, y algunos indicios apuntan a que se fabricaron ya alrededor del año 3.000 antes de Cristo, aunque las evidencias más firmes del uso de la seda datan del año 1.300 antes de Cristo. La leyenda dice que ya por entonces la Emperatriz de China Xi Ling-Shi (Hsi-Ling-Shih, Lei-tzu) usaba vestidos de seda.
Al principio la seda era un tejido reservado exclusivamente a los miembros de la familia imperial china, tanto para su propio uso como para ser regalado. Pero con el tiempo, dado su cada vez mayor uso a través de la cultura china, acabó extendiéndose su producción, tanto geográfica como socialmente, hasta otras zonas de Asia. La seda se convirtió rápidamente en un producto de lujo muy apreciado por los comerciantes, debido a su textura y brillo, además de ser un producto muy accesible y cómodo de transportar. Es por ello que llegó a tener una fuerte demanda, convirtiéndose en un elemento básico del comercio internacional pre-industrial.
En el año 2.007 unos arqueólogos descubrieron en una tumba en la provincia de Jiangxi los restos de un vestido, cuyas fibras de seda estaban estrechamente tejidas y teñidas, fechada alrededor de la época de la dinastía Zhou del Este, con una antigüedad de unos 2.500 años.
En la Edad Media el arte de la sericultura se expandió por Europa, sin embargo, es en el Extremo Oriente donde su desarrollo fue mayor.